27 de abril de 2012

Raíces rurales

A menudo me pregunto que pasaría si, en lugar de tener padres con raíces rurales, mis padres hubiesen nacido en la capital o en una ciudad. Seguramente yo no hubiese sido muy distinto que ahora, ya que mi vida la disfruto casi todo el tiempo metido entre los grandes edificios de Madrid. Aún así, se que hay algo que cambiaría. Se que, desde luego, no seria el "yo" que soy ahora mismo, y del que, en sus más o en sus menos, me siento orgulloso.

El tener raíces rurales y pasar, al menos algo de tiempo, en un pueblo te aporta muchísimas cosas. Para empezar, te da un respiro. Literalmente. Es increíble como nos hemos terminado acostumbrando al aire (?) contaminado de la ciudad. Además, te permite desconectar del tiempo, olvidarte de en qué minuto estás y cuánto te queda para llegar a tal sitio.

Tener raíces rurales te aporta sosiego y sobre todo empatía. Te aporta cultura rural. ¿En qué momento de la Historia dejamos atrás las costumbres y dichos de pueblo por la chulería de ciudad?
Si es por razones, podría estar escribiendo todo el día, así que mejor paro ya. El caso es que me siento orgulloso de tener raíces rurales, y más si son por partida doble (Alconchel, en Badajoz, y Laguna Rodrigo -la foto-, en Segovia).


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